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El cerebro y la libertad en contexto

La libertad se conforma a partir de conocimientos preexistentes y decisiones entre alternativas.

En la base cerebral estarían los cógnitos (Fuster, 2003, 2009), que serían las unidades básicas de conocimiento y memoria formadas por redes neuronales entrelazadas.

El neurocientífico Joaquín M. Fuster destaca la existencia de ciclos percepción-acción (PA) cognitivos y emocionales (con influencias informativas del propio medio interno) en interacción con el entorno o en la cultura, que se puede volver circunstancia o cultura interiorizada (Ortega y Gasset, 1961). Los ciclos PA tendrían como objetivo una recompensa tanto secundaria como más importante. Esta consideración de aspectos culturales y psicológicos lo aleja del cerebrocentrismo (Pérez-Álvarez, 2011). Entre las partes cerebrales citadas se destacan a corte de ejemplo: las estructuras límbicas, la corteza prefrontal, la corteza posterior, etc.


Las raíces de la libertad estarían en la reciprocidad continua del ciclo PA, en su variabilidad y multideterminación que anula el determinismo al no ser totalmente medible finalmente.

Una vez pasados períodos críticos de adquisición de recursos (ej: lenguaje) gracias a la memoria filética, la plasticidad sináptica y las influencias del entorno; se produce la libertad de la persona o al menos la de la corteza cerebral, que es la que señala Fuster (2014). Elementos de libertad son la memoria de trabajo, la planificación-organización temporal, la creatividad o “furia creadora” (Marina, 1993), la memoria prospectiva-prevención, la recursividad lingüística (Chomsky, 1957, 2007) y poder decir cosas nuevas o de diversas maneras, la demora de la recompensa o el razonamiento deliberado.

La libertad puede verse afectada por diversas patologías de causa orgánica o por problemas con correlación biológica, no causa.

Luego, existe un carácter limitado de las opciones del cuerpo y el cerebro, per sé. Por último, modulando la expresión de la libertad está la legislación, la responsabilidad o el contexto físico y social-educativo-cultural-económico. En relación a la responsabilidad destacar a Frankl (1946) sugiriendo que se sitúe la Estatua de la Responsabilidad junto a la de la Libertad, destacando la importancia de ésta en el ejercicio del libre albedrío.

Principales factores de riesgo de las enfermedades vasculares cerebrales

Los principales factores de riesgo de las enfermedades vasculares cerebrales (Portellano, 2005) son los siguientes:

 
-Hipertensión arterial:
  • Factor de riesgo más importante.
  • Acelera la aterogénesis.
  • Degenera fibras musculares de las arteriolas.
  • Multiplica por tres el riesgo de padecer accidentes vasculares cerebrales (EVC).
-Diabetes mellitus:
  • Incrementa el riesgo de padecer EVC entre 2-5 veces.

-Hiperlidemia:
  •  Los valores elevados de lípidos (colesterol, trigicéridos) provocan mayor riesgo de ateroesclerosis carotídea y del polígono de Willis.

-Enfermedades cardíacas:
  • Constituyen el principal factor de embolia cerebral.
  • Aumentan el riesgo de infarto embólico, especialmente la estenosis mitral, la fibrilación auricular, la fibrilación auricular y la miocardiopatía dilatada.
 
-Tabaquismo:
  • Incrementa el riesgo de padecer EVC entre 2-5 veces.
  • Acelera el progreso de aterogénesis, aumenta el fibrinógeno y la agregación plaquetaria.
 
 -Alcohol:
  • Cantidades menores de 60 mg. Elevan el nivel de HDL, disminuyendo el riesgo de ictus.
  • Cantidades mayores incrementan la posibilidad de arritmias y alteran los mecanismos de coagulación, incrementando el riesgo de EVC.
 
 -Otros factores:
  • Hemorragias cerebrales.
  • Traumatismos craneoencefálicos.
  • Infecciones del sistema nervioso central.
  • Utilización de anticonceptivos orales.

La prevención o la rehabilitación se trabajan desde la psicología.

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