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Terapia psicológica en la depresión


La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo con síntomas de estado de ánimo depresivo, pérdida de interés o capacidad para sentir placer y otros como pérdida o aumento del apetito casi cada día, fatiga o pérdida de energía casi cada día, sentimiento de culpa o inutilidad disfuncionales casi cada día, agitación o enlentecimiento psicomotores, disminución de la capacidad de pensar o concentrarse o indecisión, etc (APA, 2000). Afecta a una parte considerable de la población como se observa en el siguiente gráfico de prevalencia por comunidades autónomas (cualquier trastorno depresivo):

La distimia es algo más leve que la depresión, aunque comparte gran parte de la sintomatología, con la diferencia que su curso es más mantenido en el tiempo. La mayor parte de personas con distimia experimentan a la larga un episodio depresivo mayor (Klein, Lewinsohn y Seeley, 2000).

En cuanto a la medicación, algunos de los psicofármacos utilizados son los antidepresivos tricíclicos (ej: Imipramina: Tofranil), los inhibidores de monoaminooxidasa, MAO, y los inhibidores de la recaptación de la serotonina (ej: fluoxetina: Prozac).

El modelo de explicación de la depresión y la psicoterapia van unidos. Así, de una vulnerabilidad psicológica, de un suceso vital estresante (Barlow y Durand, 2007) o de unas circunstancias iniciales se pasa a una amplia gama de evitaciones, incluyendo evitación emocional mediante uso de alcohol u otras sustancias, y a un bucle de desesperación (Pérez-Álvarez, 2012) que mantiene la trampa depresiva. La terapia psicológica derivada de este modelo tiene eficacia al mismo nivel comparada con el fármaco, con el valor añadido de que se mantiene a lo largo del tiempo o que no deja efectos secundarios. No se considera la depresión como problema cerebral, sinó que ese problema es por cosas que ocurren en la vida y se reacciona y se responde de determinada manera y ocasionan ese alto sufrimiento y sensaciones junto a determinados pensamientos. Para salir del entrampamiento de la depresión la terapia psicológica cuenta con metanálisis de eficacia y acaba dando a la persona las riendas de su vida.

#NoSinEvidencia. Sobre las prácticas basadas en el método científico

La medicina basada en la evidencia es uno de los pilares de la medicina moderna. Apoyamos los tratamientos biomédicos basados en evidencia científica

La salud no es un juego. La psicología busca  adoptar los métodos de la medicina y de la ciencia en general. 

La terapia o la rehabilitación psicológica tiene un trabajo de estudio detrás que la homeopatía u otras terapias alternativas no tienen, más allá de encontrarse en competencia en el mercado, pero sin aportar rigurosidad alguna y de muy dudosa credibilidad.

Ansiolíticos

Históricamente, se han utilizado diversas sustancias para quitar la ansiedad (ansiolíticos), por ejemplo, el alcohol, el opio, los barbitúricos o el meprobamato.

En los años 70 se inicia la regulación de las benzodiazepinas, con menos efectos secundarios, menos adicción y más seguridad por sobredosis que el meprobamato. Son las más utilizadas a nivel sanitario.

Las benzodiazepinas aumentan la acción natural del neurotransmisor GABA (ácido gamma-aminobutírico), produciendo una acción adicional (frecuentemente excesiva) de inhibición neuronal. Se produce un aumento en la actividad de los receptores gabaérgicos tipo A (facilitador del GABA).


Acciones terapéuticas son ser ansiolítico, hipnótico, anticonvulsivo o miorrelajante. Efectos negativos pueden ser: cardiovasculares (taquicardia  y palpitaciones), en aparato digestivo (sequedad de boca, estreñimiento y aumento elevado de apetito) y en el sistema nervioso central (sedación excesiva, reducción de coordinación motora, bajo rendimiento intelectual, amnesia anterógrada, etc). La actividad de las benzodiazepinas se reduce después de seis a ochos semanas de su uso. Producen mayor síndrome de abstinencia: midazolam, triazolam, alprazolam, bromazepam o lorazepam. Producen menor síndrome de abstinencia: clonazepam, diazepam y clobazam.
 


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